lunes, 10 de marzo de 2008

No olvidemos de donde venimos.

Ayer había que ganar y simplemente se ganó. No podíamos esperar un goleada. El echo de que el Levante sea el colista de la categoría no le hace el peor equipo, me atrevo a decir que le hace uno de los más difíciles de ganar, ya que cada partido que pierde le hunde más en Segunda, queman sus últimos cartuchos.

Ayer vimos a un Sevilla que venía de jugar un partido intersemanal de 120 minutos más la tanda de penaltis, venía de jugar un partido en la máxima categoría del fútbol europeo. Teníamos que notar ese esfuerzo, Dragó ni siquiera pudo terminar el encuentro.

Los resultados que se dieron el sábado ponía al Sevilla nuevamente en bandeja los puestos UEFA y a dos puntos, los puestos Champions, había que ganar y, ¿qué hizo el equipo de Manolo Jiménez?.

Remontar un encuentro a cara de perro, con golazo de Keita, con uno más de Luis Fabiano.

Si hay una cosa que no puedo aguantar es la tontería de la gente, ayer me dolían los oídos. Muchos murmullos, muchos silbidos. Algo intolerable para un equipo que cae en octavos de Champions, cuando sólo hace poco más de cinco años ascendíamos a 1ª. No podemos podemos abuchear a un equipo que se mete en puestos UEFA y se coloca a dos puntos de Champions cuando hace sólo 4 temporadas celebrábamos que volvíamos a competición europea tras muchos años sin jugar en ella.

No podemos dejar de animar a este equipo, que hace algunos meses nos daba la gloria que ningún sevillista habíamos soñado alcanzar nunca. En estos momentos es cuando debe verse que la afición está con los jugadores, no pueden sentir que están sólos. Si el espíritu de Eindhoven guió a nuestros jugadores a conseguir la primera copa internacional de los tres que ahora ostentamos, el espíritu de Nervión debe guiarles en estos momentos.

De verdad, ayer sentí vergüenza de nuestra afición, y esto debe cambiar ya. El próximo partido de casa es ante el Atlético, nos jugamos muchísimo, el esfuerzo de todo un año, y no puedo imaginar el sentir de unos jugadores que siempre nos han piropeado, a nosotros los aficionados, y nos han puesto de ser la mejor afición del mundo, mientras le devolvemos todo ese orgullo que sienten en forma de silbidos, abucheos.

32 puntos, desde la jornada 9 hasta la 27. Entre estas jornadas, el año pasado se sumo 33 puntos.

Yo no dudo del trabajo de Manolo Jiménez, ni el de nuestro plantel.

Dudo de una afición que se está volviendo tan exigente, que da asco escucharla.

Por lo que más queramos, no olvidemos que con trabajo y humildad llegamos a tocar el cielo.

No cometamos el pecado de olvidar de donde venimos.

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