lunes, 21 de abril de 2008

Estamos un poquito mejor que muertos.

Esas fueron las palabras de José María del Nido al termino del surrealista encuentro que pudimos presenciar en la noche gris del pasado sábado. Y es cierto, no estamos muertos del todo, aún respiramos y ya se sabe que hasta que se deja de respirar uno no pierde la esperanza de despertar.
Yo aún confío en mi equipo, a pesar de que hay algunos que parecen estar pensando en galaxias lejanas, yo sigo creyendo en los nuestros. Sobre todo porque había días, no hace mucho, en los que nuestro mejor momento en liga era estar por la mitad de la tabla. Y los peores, pues ya saben, hundidos de barro hasta los ojos.

Hoy en día, estar en un mal momento es estar sextos, a tres puntos, gracias a Dios y que no a otro, de la Champions. Bendito mal momento diría yo.

Está claro que el partido se dio fatal. Desde que perdonamos lo imperdonable en los primeros veinte minutos (si llegamos a meter uno el partido hubiera sido otro) y hasta que acabó la primera parte se pudo ver dos versiones de nuestro Sevilla. Y lo que está claro es que el gol en propia puerta nos dejó rotos.

Llega la segunda parte, tras la charla de Jiménez a los suyos, tras cambiar el chip y sólo pensando en salir a meter cuantos mas goles mejor.... y llega el primer minuto del segundo tiempo y el Almería te hace el segundo. Ya estas tocado y hundido practicamente.

Encima llega la estúpida e infantil autoexpulsión de Adriano, y después el tercero, y la lesión de Mosquera, y el cuarto (ya destrozados moralmente). Nuestro gol fue pura anecdota, se vió claramente nuestro estado de ánimo en el penalti, apático, lanzado por Kanouté con el 0-3 en el marcador y que falló.

Destrozados moralmente por un Almería infinitamente superior, en juego y en actitud, y con un tiempo de perros, nos vamos cabizbajos a casa. Pero la liga sigue, como la vida, y aún nos queda un último aliento de esperanza.

Respiremos pues y pensemos en el Murcia. Y luego ya se verá.

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